Redención

Cerraste la ventana. Acomodé mi banco debajo de ella. Y esperé. Entusiasmada, imaginé que éste sería el estandarte perfecto de mis sentimientos. Esperar el perdón, la vuelta del amor, al nido. No fue planeado, no…quizás un acuerdo tácito entre partes, un siempre te voy a querer pero no sé si te voy a amar. Así nació el acuerdo: “yo puedo esperar” pensé, “yo puedo todo” pensé ¿O acaso el amor no es también redención? No calculé sin embargo las vicisitudes del tiempo, porque si el amor es un animal inestable, el tiempo es una furia ciclotímica que va de inmóvil a supersónica sin razón aparente, o con las razones contrarias a las de una. Y así con su paso lento, así como la luna desaparecía pedazo a pedazo, yo misma iba consumiéndome, pero gastada y feliz soportaba la afrenta. Mis carnes se secaron y mi boca árida repetía tu nombre junto al mío para no olvidarnos. Llegand...