trampa

Detenido entre las zarzas, alza sus patas blancas y mullidas, frunce la nariz un par de veces y los mira. Extrañado.                                           
Ella cree hacer justicia.
Él la deja. Renuncia a su linaje campesino por ella, traiciona las sagradas costumbres del cazador y le regala en silencio, siempre en silencio, la ilusión del control.
Pero no basta. No bastan los ocres de mayo para confortarla. Ni el mar ni el sol ni el amor ni las crías satisfechas ni el conejo salvado. Nada nunca alcanza. La trampa esta en otro lado.
Busca, busca, busca, con todo eso ahí adentro apelmazado busca. Arranca los aros metálicos entre el oleaje amarillento y piensa éste, éste, éste será el que me libere. Pero no.Hay demasiados filos, cables, estacas mecanismos, ¿dónde, dónde, dónde se desarma todo este dolor?

Sumergida entre los tojos punzantes insiste. Revuelve y arranca cada potencial asesino, no va a detenerse hasta quitarlos a todos. Él la observa pasmado, un poco como el conejo. Piensa que tal vez la trampa esté más cerca. En la mano que sostiene la taza de té. En las enaguas sobre las enaguas que cubren los deseos. En el amor estancado en los ojos del otro. Todo eso es trampa.  

En el ocaso los rayos finales incendian los campos y el mar.
Ella busca paz interior. Él mendiga amor. El conejo no pide nada. Los mira detenido. Sacude sus orejas y se aleja perdiéndose en el oleaje silvestre. A lo lejos, un chasquido resuena.



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